miércoles, 21 de mayo de 2008

I Del Amor y el Tiempo

La gente nos negamos a ver el amor como un reloj de arena tan preciado como el tiempo y tan frágil como el cristal, ni cogiéndolo por la estrechez de su cintura se puede administrar sus granos. En la mejor de las ocasiones reventamos su figura con la esperanza de que las yemas de los dedos queden lo suficientemente dañadas como para no apreciar una nueva caricia hasta que nos falla la memoria y volvemos a las andadas. Intuyo el amor como el tiempo, intentar amarrarse a él se convierte en una larga antesala del desastre; querer sobrevivir al amor parece la voluntad del que pretende escalar la cadena de granos de arena que toca a su fin; cenizas como única compañía en el fondo de un angosto abismo desde el que miramos hacia arriba. Parece mentira que tanta esperanza y desesperación, toda una mirada y todo un horizonte, quepan por un agujero tan estrecho. En semejante estado, la ansiedad y la euforia nos impiden ver hasta la belleza tras el elástico cristal: “Se me olvidó Dalí porque sólo recuerdo tu cara de asombro" o "Escribí la poesía que me dictaron tus labios”, son solo dos ejemplos del chorrito de arena que nos abstraen de la trascendencia.

Kostas Vidas,
poeta de cantina

1 comentario:

Siddharta dijo...

muy buena la comparación del amor con un reloj de arena, frágil y finito, como la vida misma..., ¿imaginas que fuera como un reloj de cuco, que encima de por culo cada dos por tres, sacándote de quicio a cada instante?, eso sería pero ¿eh?jejeje.