IX Del Amor a las Doctrinas

Anula tu mente de preguntas estúpidas y de recuerdos maleados en la memoria del tiempo. Deja a un lado los afectos maniqueos y los anhelos debilitadores de la moral. Sigue la bandera, el estandarte, nuestro icono divino en la tierra, la voz de ese profeta que nunca conociste. Abandona la losa de la duda, sigue la luz. ¿Lo ves? No es tanto el trecho que nos separa de ciertas tesis orientalistas. Tan sólo cambia el camino. Aborda el misterio con la certeza de la Fe, de nuestra Fe, no la tuya errónea. Lucha hacia fuera, únete a los hermanos que nunca preguntaron, ellos dieron su vida, ¿Y tú? ¿Porqué decidir sobre tu destino?. Aquí está el mapa, el futuro, la gloria, la paz sobre el cadáver incrédulo que no quiso sucumbir a la Verdad. Obediencia, virtud caritativa para con la Fuerza. La Masa, ese ejército in crescendo puede ser verdugo de tu incertidumbre. De ti depende salvarte, del uso correcto de un monosílabo en el momento oportuno. ¿Lo juras?. ¿La libertad? Para qué la quieres si tienes la Nuestra. ¡Qué memez! La libertad sin Salvación. Bautízate en nuestro río de Raza, de Idea, de Nación Puras. No tendrás que temer cuando la vida de una persona vuelva a valer apenas el suspiro de un oficial. La geografía está llena de silencios de tumbas mudas, de aquellos que no quisieron creer. Nosotros, al menos, te prometemos una parcela de césped sobre tus restos, y una pensión de viudedad. Tu cónyuge y tus hijos hablarán con orgullo de tus hazañas en tierras exóticas. Resplandecerán los claveles sobre nuestra memoria. Y, ahora bien, ¿el monosílabo?...

No. Mi monosílabo y la duda, inseparable consejera, amenazan el silencio que me auguráis, cretinos.