Fuiste el joven estudiante, música rapeada y pelo suelto, bailando el escalón impermeable del ritmo abyecto de las gotas sobre el cristal, la grieta sordomuda de una caída adolescente. Te buscaba la sombra anoréxica de una promesa, sonrisa de miss patito feo que no supo amar por tanto odiar la materia. Caminaste con ella sobre lechos de cadáveres emocionales, hay materia que ni cambia ni se transforma, que dejando atrás lo que precede al destino, se destruye... Su cara, incertidumbre y combustible de un misterio; la tuya, olvido a largo a plazo. Largas tardes de mayo leyendo entre líneas el blanco espacio de tu imaginación, la esperanza de un eco que ya no insiste en el papel de tus sábanas durante tantas noches de insomnio. Creíste hacer literatura en deshuesadas quejas de dolor configurando simples diseños de página. Buscaste darle un nombre a la belleza y olvidaste que ya tenía uno. Otros, más técnicos que tu, trataron de inventarla.
miércoles, 2 de julio de 2008
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