miércoles, 11 de junio de 2008

BLOGOMEMORIAS DE KOSTAS VIDAS III-1

Nací un día de julio de 1975 entre el murmullo de una tabernita de verano que regentaban mis padres en una de las calitas que visten el flanco occidental de Candia. El olor del boquerón frito y la sardina a la plancha provocaron en el sensible olfato de preñada de Dolores Ortega unas nauseas que derivaron en las primeras contracciones. La señora Smith, una comadrona inglesa que acababa de vaciar una botella de Cinzano Rosso en la soleada terraza que presidía nuestra caravana-bar, se hizo cargo de los detalles técnicos del parto tras escuchar los alaridos de mi madre que escapaban por las ventanas abiertas. Mi madre siempre dijo que hubiera parido sola de no haber salido yo a mi padre, sobretodo en el diámetro de mi cabeza, característica que según él, ha distinguido siempre a los Vidas del resto de mortales. Esta apreciación orgullosa y estoica del perímetro craneal familiar difiere de la mía debido a tantos percances y humillaciones de los que ha sido víctima la extensión mundial de mi cabeza. Mi padre, Kostas Vidas Segundo, apenas si fue a la escuela, para entender la humillación de una lluvia constante de objetos sobre tu cabeza. Quizá no pudo disfrutar lo suficiente de la virtud del juego en la infancia pero así tampoco sufrió la constancia accidental que convirtió mi cabeza en un lienzo cubista imposible de disimular por la afición estalinista de mis padres a raparme la testa para evitar la acumulación de fauna parasitaria en tan vasto territorio. Durante toda mi infancia, bien por el peso basculante sobre el tronco, bien por una falta de destreza innata en mi sistema locomotriz, todas mis caídas fueron amortiguadas por alguno de mis hemisferios o lóbulos, con consecuencias que hoy aún no he podido valorar: si llego a la cincuentena con una mayor habilidad mental que la de Tyson podré estar satisfecho.

Cuenta mi madre Dolores, que apenas la sajona comadrona cortó mi cordón umbilical, nuestro perro Diógenes ya se lo había arrebatado quizá harto ya de masticar cabezas de sardina y alertado por el olor a entraña que debemos desprender todos al salir del útero materno. Cuenta también, y esto de forma reiterada ante cualquier visita, da igual que sean amigos, familiares, o el técnico que viene a leer el contador de la luz, que mi padre y la ebria inglesa, ante la estupefacción de los clientes que se amontonaban en la puerta de la caravana, discutieron tan airadamente por darme el cachete en el trasero, el uno en griego y la otra en inglés como si hubiera alguna posibilidad de entendimiento, que me puse a llorar por no escucharlos. Aún así, mi padre, empeñado por su derecho legítimo a endosarme la primera ostia, no se pudo quedar con las ganas. A ver si se te iban a quedar dentro,... pedazo de bruto. Fue entonces cuando, recién arrebatado de las blancas manos británicas, mi padre Kostas Vidas Segundo con orgullo macedónico, apreció la buena nueva, su mujer había parido un varón. Mi padre, quién sabe si a empellones con mi cuerpecito, apartó al público de la puerta de la caravana, y en actitud solemne desde el escalón de entrada me mostró sujeto por los tobillos en alto, como si fuera un atún, y se creó un gran alboroto. Posteriormente, me acercó al depósito de agua, que reposaba todo el verano bajo el inmisericorde sol cretense, abrió el grifo, y me lavó. ¿higiene?¿quién necesita higiene si tienes sangre balcánica?. Quien sabe si por el peso del vaivén pendular de mi cabeza, por la falta de destreza de mi padre, o por ambas cosas, me escurrí y caí de cabeza sobre el entarimado de madera, abriendo la primera de mis cicatrices en plena coronilla. Mi padre se limitó a lavarme la herida, me puso bajo el toldo en la cuna de segunda mano que adquirieron en el mercadillo de la ciudad, e invitó a beber a todo el mundo. Poco después vino mi madre a mi lado, que ya se había lavado sola, consciente de que no lo iba a hacer nadie por ella.

2 comentarios:

ROGER dijo...

M´ha agradat molt el post Rubén, està redactat amb molta gràcia i fluïdesa.

Un abraç des de Les Foes

PS: hem de quedar per a fer uns vinets. Només acaben els examens te truque i parlem.

Roger

Kostas Vidas, poeta de cantina dijo...

Moltes gràcies, Roger.
Para quien no lo sepa, Roger publica un excelente blog sobre vinos llamado Les Foes. Podéis acceder a él desde el enlace en los blogs amigos.