viernes, 22 de mayo de 2009

"Tres son multitud". Capítulos I y II

I

- Saúl, ¿por qué traes a nadie aquí, tío?- Miro el reloj, la una, puntual, profesional. No hace esperar a los clientes.
- Es colega, tronco.- Me dice y, mirándola a ella con su mano abierta hacia mí:- El enterrador, Jennifer,... Jennifer, el enterrador.
- Técnico de Pompas Fúnebres. - Corrijo. – Titulado por correspondencia.
- No me beses.- Digo frenándola.- No está claro de qué palmó el viejo.
- Es esteticien y quería ver tu curro.- Aclara Saúl.
Ella, apenas en el uno cincuenta, sonríe casi de puntillas mirándome con la boca abierta. A los piercings de sus orejas, cejas, labios y lengua se añaden algunos brillantes artificiales cogidos como lapas a sus incisivos. Pienso que debe chuparla bien. Mientras disimulo el color fucsia de los labios de Enrique, la sombra de Jennifer que se tambalea excitada observando mi trabajo, me estorba y, por no cagarme en su madre, con el pincel le pido que se aparte un poco. Antes de darme cuenta, Saúl ha sacado mi agenda de cuero negro de la cartera y sobre el estómago del insensible Enrique machaca la cocaína y dibuja tres rayas.
- Tío, ¿qué haces? Esa agenda cuesta noventa euros.
- Pero si falta un mes para acabar el año, tienes que comprar otra.
- Y, ¿tienes que hacer eso encima del muerto?
- No creo que le importe. Pregúntale si quiere una.
Asumo la falta de consideración y esnifamos por categoría social, es decir, yo, el último. Me imagino dentro de seis horas en Valencia, explicándole a los hijos de Enrique que pueden estar tranquilos. Su padre no toma drogas. Me río.
- ¿A qué hora sales?- Pregunta Jennifer.
- A eso de las cinco, a las ocho y media entrego el fiambre en Valencia y me vuelvo. Los compañeros de Valencia se encargan del entierro.
- Podemos acompañarte.
- Ni lo sueñes.- Replico.
De dónde sale tanta confianza. Saúl hace un gesto a Jennifer que sale dando saltitos. Mientras tanto, me enseña los dos gramos que le he encargado y sonriendo se los mete en el bolsillo frontal de la chaqueta a Enrique, cuyos párpados he pegado con loctite nada más llegar para preservar mi intimidad en el trabajo. Le dice algo al oído que no llogro entender. Imagino a Enrique asintiendo. Saco cien euros de mi cartera que sustituyo en el bolsillo de Enrique por los dos gramos.
- Buen trabajo.- Le dice Saúl a Enrique mientras con la mano izquierda le arrebata el dinero y con la derecha le abofetea con cuidado la mejilla aprobando la operación.
- ¿Te diviertes?
- Tu trabajo mola, tío,... pero viernes por la noche...
- Es lo que tiene. Te ayudo.- Jennifer trae en una mano la nevera del botellón y en la otra un maletín de maquilladora.
- No vas a utilizar eso.
- Tú te lo pierdes.- Contesta. Parece que se divierte. No es consciente de la mala impresión que me produce. Incluso parece que le caigo bien.
Se han acomodado sobre dos banquetas regulables que utilizamos para no doblar mucho la espalda cuando maquillamos. Jennifer sirve whiskey para los tres. Subo ligeramente la música, no quiero descentrarme. Suenan Sugarman Three y los dos se tambalean como idiotas sin quitarle los ojos de encima al rostro pálido que trato de maquillar.

II

- ¿Otra copa?
- ¿Qué hora es?
- Las tres. – Saúl sigue haciendo rayas. Mi agenda de noventa euros está mudando de color. Ya no importa.
- Vale.
Jennifer sabe lo que hace. Los párpados de Enrique empiezan a tomar un color natural, y ha corregido los matices entre las patas de gallo y unas sienes excesivamente óseas a causa del enjuto rostro de Enrique. No recuerdo cuando ha empezado a ayudarme, pero lo hace bien. Habla poco. Me cae mejor. De vez en cuando me llega su aliento caliente. Tengo alguna que otra erección. Por fortuna, ella trabaja al otro lado de la camilla.
- Vamos contigo a Valencia.- Me dice Saúl mientras me ofrece la agenda.
- Ni hablar. Con lo colocados que vamos...
- Así tienes compañía.
- No.- Brindo para cerrar el tema. – Ponme otro.- le digo a Jennifer.- Deja, ya me lo pongo yo.- Se esmera hasta en la comisura de los labios.- Lo vas a resucitar.
- ¿Has visto?.- Dice ella orgullosa.
Acerco el carro con el ataud mientras Jennifer empolva un poco la frente y las mejillas de Enrique. Como si los dos conocieran el trabajo, me ayudan a meter el cadáver en el ataud.
- Ahora vengo. Esperadme.- Saúl sale.
- ¿Dónde va?- Pregunto mientras oigo el motor de su coche.
Jennifer se encoge de hombros. De seguido, mira hacia mi agenda que ocupa el taburete en lugar de Saúl. Saco una de las papelas y se la ofrezco. Cierro el ataud. Suena el móvil. Los compañeros de Valencia me dicen que el cambio del muerto a su coche se hará en la misma explanada de la iglesia de San Agustín, donde es el entierro. La calle de su funeraria está en obras. Quedamos a las 10.30.
- Tengo que ponerme el traje.
- ¿Y eso?- Pregunta Jennifer que sube la música mientras baila al son de Jamie Lidel.
- Tengo que pasar el fiambre frente a la Iglesia. Voy a darme una ducha. No subas mucho la música.
Cojo el traje del armario y entro al cuarto de baño donde me preparo antes de los velatorios. Me desnudo, entro en la ducha y me enjabono la cabeza. Me entra jabón en los ojos y cuando consigo abrirlos, Jennifer está desnuda y agachada metiéndose la polla en la boca.

CONTINUARA,...

3 comentarios:

Sin derecho a reclamar dijo...

Joder con la funeraria, no se yo si Pepe se lo debe pasar tan bien como el colega.

Muy bueno, ya estoy esperando la continuación

besos

MARIPENDU dijo...

más, más, más!!! queremos más.
besotes

Unknown dijo...

http://aquellaqueesesplendida.blogspot.es/