lunes, 20 de octubre de 2008

Blogomemorias de Kostas Vidas III. Cap. VI

(viene de Blogomemorias de Kostas Vidas III, Capítulo V)
Dejar la actividad escolar por un año fue un alivio para mi madre. El hecho de añadir tan sólo tres horas de inglés a la semana al extenso horario de la tahona le brindó la posibilidad de empezar a preocuparse por su aspecto. Dolores II empezaba a ser mujer. Entre sus amigas se encontraba, María de los Llanos, hija de Amparo la estanquera, Llanita para los amigos, por asociación de su nombre y su falta de curvas femeninas. Acompañada de ella recibió el permiso de mi abuela para poder salir durante la Feria en Albacete. En el templado septiembre de la Mancha, Dolores II disfrutó del vino en las casetas, de los cigarrillos que Llanita robaba a su madre, y de algún que otro hombre, “baile y paseo”. Novedades para ella que había crecido entre el colegio y la panadería. Dolores I daba por hecho que algún vino o licor, además de algún cigarrillo, sería inevitable que cayeran en manos de su hija, pero lo que no estaba dispuesta a consentir eran rumores sobre lo corta que pudiera quedar su falda. Por su parte, Dolores II que había sido testigo del progresivo deterioro de su figura paterna no pensaba en novios o bodas, pero tampoco pensaba en quedarse a vestir santos sin tener en cuenta donde terminaba la paciencia de mi abuela.
A diferencia de lo que pueda pareceros, me divierte hablar de esto con mi madre, siempre y cuando no entre en detalles, claro. El caso es que ella se cura en salud con el hecho de que Llanita, pese a que era “feíta”, gozaba de muchos pretendientes gracias en partes iguales a su simpatía y al atractivo negocio del estanco que un día habría de heredar. Así queda explicado para ella que estuvieran toda la feria rodeadas de hombres que las invitaban a comer, a los toros, o las sacaban a bailar y les insistían con copitas de anís que se alejaran con ellos de la multitud. Conociendo su temperamento, la creo cuando me cuenta que, aunque fuese a la fuerza, sabía pararle los pies a cualquiera que se pasase de la raya. Lo que no sé ni quiero saber, es en que parte de su anatomía quedaba dibujada la raya. Doy fe por algunas fotos que mi madre, corpulenta y de carnes duras, era una mujer que gustaba, de las que no pasan desapercibidas en sociedad y a las que todo el mundo ve entrar o salir de una fiesta. Así que más de una vez la vieron, y más de una persona habló, llegando a los oídos de mi abuela las hazañas de su hija, que desconfiando de los rumores decidió esperar a sorprenderla ella misma. Acabó la Feria y con ella los pasodobles, así que las salidas de Dolores y Llanita se limitaron a las tardes de miércoles y viernes en las que no tenía clase de inglés. Los miércoles, mi abuela y su amiga Amparo celebraban en la trastienda del estanco junto con otras amigas las tardes del Chinchón, llamadas así por el juego de cartas y porqué con toda la finura del mundo se bebían dos botellas de anís.
Tras la Feria de Septiembre apareció en la vida de mi madre el bueno de Ramón, su primer pretendiente serio, abstemio y buen cristiano. A mi madre le gustaba, pero después de los devaneos de septiembre y con esas características supongo que le parecía poco hombre. Por la tontería adolescente de tener a alguien pendiente de ella, estuvo un tiempo dejándose querer. Hasta que un viernes, mi abuela vio por la ventana de su habitación que Llanita llegaba sola al estanco. Apagó la luz y esperó con la ventana entornada. Escuchó al tonto de Ramón, como en un cuento infantil, suplicándole un besito a Dolores, y a esta que se aguantaba la risa. Sigilosa, Dolores Ortega I bajo las escaleras, salió por la puerta de la tahona, dobló la esquina, se arremangó su poderoso brazo derecho y, cuando los labios de Ramón esperaban el anhelado beso de su novia se encontraron con una sonora bofetada. A mi madre, por el susto o por la situación se le escapó una carcajada repentinamente enmudecida por otro sopapo reservado para ella. Seguidamente, Dolores I cogió de la oreja a Ramón y poniéndolo de puntillas le explicó porqué no tenía que volver a andar a solas con su hija. Le soltó la oreja y se llevó a su hija a casa, que durante semanas sólo vio la luz para ir a misa y a clase de inglés. Ramón no volvió a dirigirle la palabra a mi madre. Esa es la forma que tienen las Ortega de espantar a los hombres. Me imagino al pobre idiota después de meses de cortejo la cara que se le quedaría, y encima sin haber visto un pezón.

Llegó el invierno con el frío seco de la meseta y sus tardes de radio que mi madre empleaba en sus cuadernos de inglés y en ensoñaciones sobre su próxima vida en la universidad, hasta que mi abuela empezó a levantarle el castigo. El primer paso fue llevarla a los miércoles de Chinchón. Llanita se había sumado a las timbas de su madre y había convencido a mi abuela para que invitara a su hija. Y de ellas surgió el bingo de los domingos por la tarde. Tuvo cubiertas unas horas de esparcimiento hasta el siguiente septiembre. El anís y los cigarrillos Lola, que sólo allí mi abuela permitía fumar a mi madre, no estaban tan mal. Dolores sabría esperar, sin pensar que estudios quería cursar, sabía que no se cursaban en Albacete.

6 comentarios:

Florencia Iglesias dijo...

Me he leído los seis capítulos casi de un tirón. Espero que sigas publicando esto porque es una joyita. Me encanta. Besos.

Kostas Vidas, poeta de cantina dijo...

Gracias. Ando trabajando la linealidad. Espero colgar algo antes del lunes. Un saludo. Yo también seguiré visitando tu "casa", me encuentro a gusto en ella.

Ana dijo...

Qué dura era la vida para esas mujeres en la España franquista, guardar las apariencias, ocultar su personalidad, su humanidad, a algunas hasta las apedreaban, un día te lo cuento. Aún ocurre. Me encanta esta línea que ha tomado "blogomemorias". ¡queremos más!!

Anónimo dijo...

Me ha emocionado tu relato. Albacete , Tobarra, La Mancha, allí crecí y allí vuelvo siempre que puedo para volver a ser yo. Sigue contándonos cosas.

Kostas Vidas, poeta de cantina dijo...

Muchas gracias, Anónimo. Estoy realizando unas traducciones y estructurando los nuevos capítulos. Espero publicar pronto. Gracias por la visita.

Fuky dijo...

Grande, muy grande. He empezado tarde, pero ahora necesito más...
Espero el próximo pronto.
Un abrazo, grande no, enorme!